CARBAP alerta: más de 2 millones de hectáreas bajo el agua y la vida rural paralizada.
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CARBAP alerta: más de 2 millones de hectáreas bajo el agua y la vida rural paralizada.

En septiembre de este año, la CARBAP (Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa) presentó un extenso y específico informe acerca del impacto de las inundaciones. De acuerdo a las estadísticas, cerca de 1,5 millones de hectáreas se encuentran afectadas en el centro bonaerense y, si se tiene en cuenta el total de la Cuenca del Río Salado, serían 2 millones las hectáreas con severos inconvenientes de anegamiento o inundación. A ello se debe sumar aquel territorio que, si bien no está inundado o anegado, no está apto para la producción como consecuencia de la falta de piso para la maquinaria o el impedimento de acceso. Así las cosas, la superficie crítica y en riesgo de productividad se eleva a 3 millones de hectáreas.

📅 25/10/2025

✍️ Por Johan Talarico

EL INFORME DE CARBAP: 25 DE MAYO, EN EL EPICENTRO DE LA INUNDACIÓN

Desde la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa, en soledad, desde hace meses y por medio de determinados informes alertamos y reclamamos por la difícil actualidad hídrica que afronta la Provincia de Buenos Aires. Advertimos que el problema no se detenía y que, de no trabajar a tiempo, las pérdidas serían cada vez mayores. Lamentablemente, el tiempo nos dio la razón: la crisis se profundizó y afecta a la producción, como así también a la vida cotidiana de miles de familias rurales. Las lluvias ocurridas entre fines de agosto y la primera semana de septiembre agravaron una situación que ya era sumamente crítica en gran parte de la provincia de Buenos Aires. El siguiente cuadro de afectación fue realizado en función de la clasificación de imágenes satelitales del 2 al 7 de septiembre, en el cual analizamos los distritos más afectados del centro de la provincia:

Imagen secundaria

En los comienzos, marzo/abril, el epicentro de la inundación se concentraba en los distritos de 25 de Mayo, Carlos Casares, 9 de Julio y parte de Hipólito Yrigoyen. Sin embargo, con las precipitaciones acumuladas en los últimos 60 días, el área afectada se fue ampliando de manera alarmante. La falta de infraestructura no sólo afecta a la producción. También golpea de lleno a las familias que viven en el campo: hay parajes rurales completamente aislados, donde los chicos no pueden concurrir a la escuela, donde una ambulancia no puede llegar si alguien se enferma, donde trasladarse hasta un pueblo se convierte en una odisea. Por eso insistimos en reclamar a las autoridades: 1 La concreción de las obras hídricas pendientes, largamente postergadas y cada vez más urgentes. 2 La aplicación inmediata de los instrumentos previstos en la Ley de Emergencia Agropecuaria, como la prórroga de impuestos provinciales, municipales y nacionales. 3 Líneas de financiamiento específicas, a través del Banco Nación y el Banco Provincia, que permitan a los productores sostenerse y recuperarse frente a esta situación.

CARBAP fue la primera entidad en elaborar informes y reclamos sobre esta emergencia, levantando la voz cuando nadie más lo hacía y alertando al país sobre la gravedad que se avecinaba en el interior bonaerense. Este trabajo no sería posible sin la labor incansable de nuestras rurales y de sus dirigentes, que son quienes recorren los campos anegados , escuchan de primera mano a los productores y elevan los reclamos en cada municipio. Ellos son el verdadero motor de esa red de contención, la cara visible de una entidad que acompaña, gestiona y no baja los brazos. Pero nada de esto alcanza si las autoridades en todos sus niveles de gobierno no están a la altura del desastre humano y productivo que estamos atravesando. Hoy, en el interior de la provincia de Buenos Aires, ya no hablamos sólo de hectáreas bajo el agua. Hablamos de familias aisladas, de chicos que ven pasar los días sin poder ir a la escuela, de tambos que no logran sacar la leche, de caminos que se vuelven trampas de barro y agua, de productores que miran con impotencia cómo un año entero de esfuerzo se pierde frente a sus ojos. Hablamos de la angustia de quienes sienten que hacen todo lo posible, pero que la ausencia de respuestas los deja solos en medio de la tormenta. No podemos permitir que cada lluvia extraordianaria se convierta en una tragedia anunciada. La situación exige respuestas inmediatas, concretas y responsables. Porque detrás de cada campo inundado hay un padre que no puede salir a trabajar, una madre que se pregunta cómo llegará la ambulancia si alguien se enferma, un chico que espera volver a clases, una familia que sueña con poder seguir viviendo y produciendo en el lugar donde nació. No estamos hablando solo de agua: estamos hablando de vidas, de futuro y de esperanza.

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